- por Tina Gardella para el Diario del Juicio
Una sentencia es más que una sentencia. Más que el veredicto de los
jueces. Más que el final de un proceso jurídico. Porque hay historia/s y
hay memoria/s; hay reparaciones, anhelos y alegrías que se entraman a
los llantos, las esperas y los recuerdos.
El momento de la
lectura de esa sentencia es esperado…y preparado. Porque siempre habrá
sorpresas o surgirá lo inesperado. La estructura jurídico-política
garantiza que todos se expresen en el marco de una escena que no
desborde ni arrase con el objetivo mínimo de “Juicio y Castigo”.
Esa
escena la configuran no sólo quienes tienen roles definidos de
acusación y defensa, de querellas y familiares, de amigos y militantes:
también lo hacen las expresiones que desde el público/víctimas acompañan
la lectura de la sentencia y las que invariablemente se expresan al
finalizar las mismas, desde el público/acusados.
Para esta
lectura de sentencia, los aplausos y vítores, los cantos y consignas no
difieren mucho en relación a otros juicios de lesa humanidad. Los
familiares y militantes cantan mirando a los imputados sobre que las
penas se cumplan en cárcel común y se vitorea el presente a los 30.000
compañeros desaparecidos. Desde los parientes de los
imputados/condenados se realiza alguno que otro gesto y se balbucea
alguna que otra frase como “…pero nosotros los tenemos vivos…”
Pero
la sentencia, ésta sentencia, tuvo vuelo propio. El fallo del Tribunal
habló de las víctimas y también habló de los acusados. Ponderó las
pruebas, las circunstancias, los precedentes y hasta lo posible en
cuanto a Casación. Por encima de los casos, materia prima del orden
jurídico, dejó puertas abiertas para que otros organismos o colectivos
puedan seguir profundizando acerca de los delitos sexuales cometidos en
cautiverio y de como “el consentimiento” o “la cadena de mandos” o “la
obediencia debida” son argumentos que ya no tienen base jurídica. El
fallo sorprendió gratamente al constituirse por sí mismo en la fuerza y
energía política de la escena jurídica.
Un miércoles 17 de
Setiembre comenzaba este 10º juicio de lesa humanidad en Tucumán. En
vísperas de Navidad, el fallo condena a penitenciarios fundamentalmente,
desde una sentencia que honra la vida, la vida en sociedad, la propia y
la de todos…Una sentencia que abona una Navidad para vivir lo cotidiano
como horizonte comunitario y solidario con claro anclaje en Verdad,
Memoria, Justicia que invariablemente se proyectará en el próximo gran e
importante juicio del Operativo Independencia en el año por venir.
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