- por Ana Melnik para el Diario del Juicio
El médico que hizo la autopsia a Argentino Roldán, Diego Zoilo Fernández y Carlos Espinoza reconoció que fueron ejecutados
Carlos Julio Padilla Ledesma era médico policial en 1975. Fue él quien realizó las autopsias a los cuerpos de Argentino Roldán, Diego Zoilo Fernández y Carlos Espinoza, encontrados en Río Colorado. En el archivo del Instituto de Medicina Legal y Criminalística de la Policía de Tucumán se encuentra consignado el documento correspondiente a dichas autopsias.
Un documento del 20 de mayo de 1975, en el que figura la firma de Ledesma Padilla, aclara que los cuerpos fueron encontrados el 12 de mayo, y detalla las autopsias, aunque en un primer momento el médico policial dijo que no recordaba haber firmado ese instrumento.
Las tres víctimas sufrieron una muerte por shock traumático producido por heridas de arma de fuego. La autopsia que se hizo al cuerpo de Roldán demuestra que recibió un disparo en la cabeza, por la espalda, de izquierda a derecha, realizado a más de 30 centímetros de distancia, mientras estaba atado (tenía aún las marcas de las sogas en las muñecas).
A Fernández y Espinosa les dispararon de frente. En base al documento de las autopsias, tanto la fiscalía como la defensa consultaron a Ledesma Padilla sobre la posible escena de la muerte como las armas de fuego utilizadas. Luego de aclarar que la lectura que puede hacerse hoy de la autopsia es una interpretación, Ledesma Padilla consideró que las características de las heridas de las víctimas serían compatibles con la situación de una ejecución.
Fernández tenía orificios redondos en el cuerpo, en algunos casos con el proyectil adentro del cuerpo, fracturas en los miembros inferiores y superiores, y mucha sangre en las cavidades de abdomen.
La autopsia a Espinoza se realizó el 15 de mayo de 1975. El cuerpo había sido hallado el 12.Tenía una herida en el cráneo, impactos de arma de fuego en el tórax y lesiones en el corazón, en el abdomen y en los pulmones.
Ledesma admitió que las lesiones fueron producidas por un arma potente, y que -en algunos casos- los impactos de bala -de un calibre entre 10 y 11.5- pueden haber producido las fracturas. Las armas que usaba la policía en esa época disparaban balas de calibre 11.5. “La escena, hasta donde es posible imaginarse -dijo el médico- es compatible con una ejecución”.
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